Semblanza de un canalla

Por Nancy Pérez-Crespo

Hace siete años escribí esta nota para señalar algunos datos de un «periodista» de nombre Rui Ferreira y de nacionalidad portuguesa. Hace más de 25 años que Rui Ferreira lleva viviendo y operando desde Miami, destilando siempre sus simpatías, o mejor «su complicidad» con la dictadura cubana.

Cuando escribí una versión anterior de este texto, ya había sido despedido de El Nuevo Harald y en esa época colaboraba con el periódico español La Razón, del que a la postre también fue despedido. Actualmente trabaja para el muy controversial empresario Hugo Cancio, dueño el sitio digital On Cuba, único medio NO cubano que la dictadura permite operar dentro de la Isla sin estar oficialmente registrado y que cuando se editaba en papel como revista la regalaban en los aviones de Cubana de Aviación.

También en mi nota escribí que Rui Ferreira colaboró con minuciosos detalles y documentos en el proceso de investigación realizado por el periodista brasileño Fernando Morais, autor del libro Los Últimos Soldados de la Guerra Fría, una historia edulcorada de una red de espías cubanos descubierta y apresada en Estados Unidos. Por supuesto que fue aprobado por el régimen castrista, según las propias declaraciones que Morais registra en el epílogo.

Morais cuenta que Ricardo Alarcón, entonces presidente del Parlamento cubano y encargado de la movilización propagandística internacional para liberar a los espías, le comunicó que los servicios de inteligencia de Cuba le daban el visto bueno para el libro. La reunión con Alarcón fue en una cena en el restaurante Floridita de La Habana en 2005.

Ahora el libraco ha cobrado actualidad porque fue el argumento empleado para la infame película de propaganda La Red Avispa, que exhibe la compañía Netflix.

Todos los que colaboraron y ayudaron con este perverso libro, incluyendo otros periodistas asentados en Miami, y aquellos que intervinieron en la producción y actuación de esa película siniestra tendrán algún día que rendir cuentas, porque tanto el libro como la película cuentan una historia falseada y que al mismo tiempo callan el hecho criminal del asesinato —cobarde y ventajoso— de cuatro valerosos jóvenes cubanos.

Acuso principalmente a actriz cubana Ana de Armas por ser cómplice de un régimen opresor y encarnar —con desfachatez y falta total de escrúpulos— el personaje de una de las muchas víctimas de esta falsa historia: la señora Ana Margarita Martínez, una dama distinguida que el Exilio cubano respeta y quiere.

Mi nota del 30 de agosto de 2017
ACLARACIÓN
 (Para aquellos que lo desconocen)
Por Nancy Pérez-Crespo / Facebook
Para aquellos que lo desconocen (que es la gran mayoría), aclaro sus dudas en torno al periodista RUI FERREIRA. Nació en Portugal, pero llegó a Cuba en 1978 para estudiar periodismo, becado por el régimen cubano, pero nunca se graduó de la carrera. Su padre, Rui Pablo, era un conocido comunista y teatrista portugués, muy amigo de José Saramago.

En Cuba Rui trabajó en plantilla como traductor de portugués en el periódico Granma Internacional. Después fue asignado, por el gobierno cubano, para «trabajar» en la Oficina de Prensa de la SINA (Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana) y fue corresponsal del diario español ABC (1994) y fue en esa época que desembarcó en Miami donde, después de algún tiempo, se estableció definitivamente. En 1997, con una visa de trabajo que «cnsiguió», empezó a trabajar en el periódico El Nuevo Herald de donde fue despedido el 15 de junio de 2008.
Acaba de colaborar en el libro de investigación del periodista brasileño Fernando Morais sobre los cinco espías. El libro fue orientado y avalado desde Cuba y Morais viajó a Miami para completar su investigación. Rui aparece en los agradecimientos del libro, que estuvo directamente asesorado por Ricardo Alarcón y la inteligencia cubana.

Actualmente es corresponsal en Miami del periódico El Mundo de España y se dedica, principalmente, a escribir artículos y reportajes vilipendiando al exilio cubano, falseando la verdad y siempre, supeditado en su quehacer, el cometido de presentar la mejor imagen de la dictadura cubana. Y, por supuesto, sin poder ocultar su mala esencia y sordidez.